Tras descansar un día en Kazarman disfrutando de un paseo por la ciudad, una sandía en un parque y un panzón de comer, proseguimos el camino tras el primer día auténtico de descanso desde que salimos de Naryn.
Edificios soviéticos con sus parabólicas, indispensables para los largos días de invierno.
Más edificios soviéticos con la capa aislante seriamente dañada. Me pregunto cómo debe ser pasar un invierno aquí donde, por lo que se ve, alcanzan los -40ºC de temperatura en algunas ocasiones.
Una sandía en la alforja.
Disfrutando la fruta.
Con las pilas cargadas partimos de buena mañana en dirección SW hacia Kugart, la intención es cruzar el Fergana Range por un paso a algo más de 3000m de altitud. Este paso es de los pocos que nos esperábamos encontrar en la ruta por lo que vamos altamente preparados tanto psicológica como físicamente después de unos cuantos días de ruta.
Así pues nos levantamos a las 5 para desayunar una tortilla que, cómo no! lleva leche (una leche muy natural llena de sabor), y nos despedimos de la Sra. del B&B-paraíso. Al principio nos daba pena tener que hacerles levantar tan temprano, pero si algo bueno tiene el Ramadán es que la gente que lo practica hace unos horarios bien curiosos y te levantes a la hora que te levantes los ves rezando, comiendo o a punto de hacer una de las dos cosas anteriores.
Monumento soviético a los caídos en la 1a guerra mundial.
Tras unos cuantos kms, en los que hemos dejado atrás la ciudad de Kazarman medio en penumbras, y una mina de oro a la izquierda, empieza a llover fuertemente. Esto es un inconveniente, pues si hubiera llovido un poco antes nos ahorrábamos el madrugón, pero ahora nos toca refugiarnos bajo el puente que atraviesa el río Kugart y esperar a que pase cuanto antes la tormenta.
Unos agricultores nos saludan desde lo alto de un camión.
Nos encontramos una extraña hierba en los márgenes del camino. Estamos rodeados.
Tras un rato de espera podemos reemprender la marcha bajo un cielo amenazante cubierto por nubarrones demasiado oscuros para nuestro gusto. Observando las montañas de alrededor vemos que las lluvias de la última noche han dejado algunos picos y cuellos espolvoreados de nieve, esperamos que el nuestro esté en condiciones para ser bicicleteado.
Atravesamos varios pueblecitos con bastante encanto. Todos estos pueblos, junto con Kazarman, se pasan varios meses al año aislados por las nieves, y no es de extrañar pues para llegar hasta ellos es indispensable pasar puertos de montaña a gran altura por pistas en malas condiciones. Según la guía que llevamos, desde finales de septiembre-octubre hasta abril-mayo esta región puede quedar totalmente aislada del resto del país. La verdad es que es imposible no pensar en lo dura que debe ser la vida en invierno para esta gente.
Uno de los "puentes" de precaria construcción que atravesamos.
Tras hacer un tramo de camino por el que vamos ganando cota progresivamente, pero en el que no faltan los sube-baja de costumbre, llegamos al atardecer a lo que sería el principio del cuello de montaña propiamente dicho. Hemos pasado bastantes yurtas y asentamientos de pastores. Tras sopesar si lo más conveniente sería hacer el cuello o quedarnos a dormir, nos decantamos por la segunda opción, al fin y al cabo no tenemos prisa y hemos contactado con una familia muy maja de pastorcillos que nos dejará plantar la tienda al lado de su casa. Hablo de pastorcillos porque en este caso se trata de 5 hermanos que se encargan de la yurta y parte del ganado mientras el padre se dedica a llevar a pastar otros rebaños de cabras y caballos.
Edificios soviéticos utilizados como establo.
Familia de pastorcillos invitándonos a Chai.
Pastorcillo sonriente.
Cuando llevamos un rato acampados y tumbados apaciblemente en nuestro rincón del mundo llega un 4x4 con 3 personajes que vienen desde Jalal-Abad bebiendo vodka e invitando a las gentes que se encuentran. Cuando nos ven a nosotros se emocionan y nos invitan a un trago. Al parecer vienen a pescar por la zona pues según ellos los peces de la zona son mucho más grandes que los de Song-Kool. A nosotros nos da la sensación que son unos políticos que se han acercado al pueblo a darse a conocer, idea que se ve ratificada cuando nos señalan a uno de ellos y nos dicen: "él será el próximo presidente del Kirguistán". Me da la sensación que si las carreteras continúan transitables en los próximos años será para que personas como estas puedan venir a pescar sus maravillosos peces enormes. Lo curioso del caso es que nos vemos bebiendo vodka con tres señores con pinta de pijos de ciudad que nos ofrecen pimiento verde para morder después de los tragos. Es la primera vez que lo veo. Al parecer así se calma un poco el ardor del alcohol. Pero, a decir verdad, este vodka kirgui me parece bastante bueno y suave. Al rato los tres amigos nos dejan con nuestras indagaciones y prosiguen su camino. Es curioso, pero parece que uno de ellos conozca personalmente a Javier Solana. Quiénes serán estos tipos?
Nuestra tienda al amparo de la yurta.