Una de las peculiaridades que tiene Kirguistán es que aunque parezca que plantes la tienda de campaña en la nada más absoluta siempre hay kirguis al acecho, que además, como son pastores, tienen una vista asombrosa, así que nunca estás solo.
Cuando nos levantamos tempranito para aprovechar el día, ya que teníamos que llegar a Baetov, nos encontramos con que había venido a saludarnos un pastor, al que invitamos a algunos cigarrillos e intercambiamos información con las 4 palabras de ruso que hemos aprendido y la mímica que vamos perfeccionando. El hombre, movido por nuestra cortesía, hace todo lo que está en sus manos para sumergirnos en su cultura, así que nos invita a montar en su caballo, y aunque en principio nos negamos, al final, por no hacer un feo, acabé montándome lo justo para hacer unas fotos y no morir en el intento.
Aprendiendo a montar a caballo
Tras haber hecho la guiri en todos los sentidos en medio de la estepa, salimos en dirección a Baetov. En esta jornada el mapa que tenemos no nos vale ya que la escala no da de sí por lo que nos vamos guiando con la imágenes satelitales que habíamos descargado del google maps, gran error pues volvemos a perdernos. En este caso los que nos anuncian la "desgracia" son una famila de pastores majísima que nos invita a té y nos saca todo tipo de manjares derivados de la leche: kumis (leche fermentada de yegua), nata, kefir o ayran, nan o lepyoshka (pan), mantequilla, leche y unas bolitas de queso que a pesar de su fuerte sabor y a que están muy saladas los niños se pirran por ellas cual caramelos. Aquí lo primero que le viene a uno a la mente es: menos mal que no soy alérgico a la lactosa. Eso sí, la mantequilla es la mejor que he probado jamás y la nata tiene un gusto buenísimo. Cabe decir que a pesar que el carácter kirgui en un inicio no es el más amable y abierto, una vez has traspasado las lindes de su casa todo se transforma y se vuelven las personas más hospitalarias y amables que uno se pueda encontrar.
Mostrando la guía a la amable familia Kirgui
Así que gracias a la amabilidad de estos pastores el disgusto de habernos perdido en medio de la nada rodeados de fuertes pendientes y con los peores caminos imaginables se hace menos pesado, y damos media vuelta un poco menos ofuscados para proseguir nuestro camino. Esta vez sólo nos hemos equivocado 8km en total.
ATENCIÓN PORQUE HEMOS DIBUJADO EN LA RUTA EL CAMINO MÁS FIEL AL QUE HICIMOS, si os fiáis del google maps veréis que indica una carretera que en realidad no existe, acabaréis en la casa de los amables pastores como nosotros, así que si no lo veis claro preguntad, pero lo que sí es seguro es que tenéis que atravesar un poblado que queda al lado del lecho de un gran río, y eso en el google maps no sale, sigue directamente por un cañón impracticable. Este tramo, en el que se atraviesan varios ríos de gran envergadura de régimen torrencial pueden ser impracticables si ha llovido previamente, así que atención a la méteo!
Tras subir, en un cuello inesperado (como tantos otros), ya que nuestra ruta en principio no pasaba por allí, nos comemos lo último que nos queda de comida, unos cuantos espaguetis. Es imprescindible que esa noche lleguemos a Baetov.
Cuello antes del descenso a Baetov
Así que tras un largo sube-baja por caminos infumables y tras preguntar a todo ser viviente que cruzábamos para no volvernos a perder, llegamos al típico monumento soviético que indica que has alcanzado el punto más alto de la "carretera". Tras un largo cuello con algún sube-baja extra comienza el vertiginoso descenso hacia Terek y Baetov, por una carretera con un sinfín de curvas y llena de unos pedruscos que no dejan disfrutar mucho de la bajada.
Llegamos a Terek con las últimas luces del día y tras insistir a una vendedora conseguimos comprar unas galletas y un poco de agua. Parece increíble pero a veces en este país cuesta que los vendedores te vendan, alguien lo entiende?
Cementerio llegando a Terek
Atravesando uno de los lechos secos
Continuamos camino a Baetov por una carretera llena de grava y ondulaciones que vuelven hacer penoso nuestro avance y, tras preguntar a medio pueblo, conseguimos alojarnos en un hotel regentado por unos adolescentes con los que era imposible comunicarse a pesar de que hablaban algo de inglés. Tras intentar por todos los medios cenar en su restaurante y no conseguirlo salimos huyendo de un señor borracho y cenamos las galletas en la habitación. Por lo menos hemos podido cenar algo.
Klaus, tengo que decirte que se te ve muy bien encima del caballo...Podrías ser una gran amazona.....ejem ejem.....
ResponderEliminarLa cara de la señora mientras le enseñas la guía es impagable...jeje...vaya sonrisa tan bonita!...
Desde luego los "monumentos" soviéticos tienen una belleza curiosa....Madre mía, no hay ninguno que se salve de la quema...
Pues si con los comerciantes no comerciábais porque ellos NIET QUE NIET, y con los pocos que hablaban inglés, tampoco os entendíais y no podíais cenar en su restaurante, menudo chasco!....Esas galletas debieron ser la gloria!!
Óscar
És curiós que no vulguin vendre ni vulguin donar de menjar... no sé, en el passat els devia passar quelcom... ho haurem d'esbirinar.
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